Quedamos Carlos, Ramón y yo en pasar un día de raquetas por Panticosa sin rumbo fijo ni objetivos prefijados, simplemente pasear con las raquetas disfrutando del bosque panticuto y de las vistas que debía haber por la zona. El problema es que el día no salió para muchas florituras con nieve al principio, mala visibilidad durante la actividad y nieve de nuevo al final.
|
Carlos y Ramón por el bosque de Panticosa. |
Comenzamos a andar dejando el coche en el aparcamiento de la estación de esquí de Panticosa. Estaba a rebosar como es lógico en un fin de semana de febrero. Pasamos por debajo del telecabina y nos introducimos en el bosque siguiendo marcas de PR.
|
Carlos y yo poniéndonos las raquetas tras cruzar el puente sobre el río Caldarés. |
Después de ponernos las raquetas iremos ganando altura haciendo unas zetas por el bosque hasta salir a una zona más abierta y que parece que es una pista; digo parece porque hay una cantidad de nieve impresionante y sigue nevando, débilmente, pero sigue.
|
La nubosidad va ganando terreno y el día se estropea con rapidez. |
|
Una mirada atrás para ver el Valle de Tena, o lo que se deja... |
No sabemos hasta dónde vamos a llegar y aunque tras charlar un momento con un esquiador de travesía que va hacia el Rincón del Verde, hablamos de ir nosotros también, vemos que el día se pone cada vez más feo, hace también bastante frío y lo mejor será dar la vuelta mientras aún tengamos visibilidad.
Así pues nos hacemos la último foto en la parte más alta de lo que estamos subiendo y nos volvemos tras nuestras huellas.
|
Hasta aquí llegamos, el frío y el temporal no dejaban otra opción. |
|
Una vista de Panticosa en el descenso hacia el aparcamiento. |
|
En la vuelta tenemos tiempo de llevarnos un bonito recuerdo del paisaje. |
Volvemos al aparcamiento y muchos esquiadores adelantan su vuelta a casa por lo que la carretera está a tope. Para colmo comienza de nuevo a nevar más intensamente si cabe y esto, unido al frío, hace que cuaje todo lo que cae, ¿resultado?; toca poner cadenas al coche. Era nuestra primera vez y no se nos dió mal del todo habida cuenta de que los dedos se nos quedaban congelados, pero bueno, salimos bien del apuro y ya cerca de Biescas pudimos quitarlas y volver tranquilamente a casa.